Para empezar con este tema, primero quiero situar todo. Kurdas proviene de Kurdistán. Kurdistán es una región situada en Asia Menor, al norte de Oriente Medio y al sur de la Transcaucasia. Esta zona se encuentra actualmente repartido entre cuatro Estados: Turquía, Irak, Irán y Siria, a los cuales hay que añadir un pequeño enclave en Armenia.
Kobanê, una ciudad kurda del norte de Siria, fronteriza con Turquía, está siendo fuertemente atacada por el Estado Islámico, también conocido como ISIS. Hay fotos que muestran a estas mujeres con fusiles rusos Ak-47. Estas chicas han hecho infinidad de reportajes para decir que las mujeres han cogido las armas ahora que ISIS se acerca a tomar su ciudad. Combaten juntas madres e hijas. En estos reportajes, se dice que estas mujeres guerrilleras las dejan luchar porque los islamistas tienen pánico a que les dispare una mujer porque ya no pisarán el prometido paraíso.
Las mujeres participan en la lucha armada no es algo novedoso, y no han sido las primeras, están como ejemplo las mujeres de El Salvador, Nicaragua, Cuba, Argelia, Vietnam, el País Vasco, el Sáhara Occidental o Palestina. Las kurdas cojen las armas para autodefenderse: llevan haciéndolo desde el año 93, cuando crearon su propia unidad -la YJA Star- adscrita a la guerrilla del Partido de los Trabajadores del Kurdistán, el PKK. Cuando las protestas contra el Gobierno sirio de Bashar Al Asad se extendieron y se convirtieron en un enfrentamiento militar descontrolado, los kurdos de Rojava (como llaman al Kurdistán de Siria) crearon sus propias unidades de autodefensa, las YPG, bajo la premisa de utilizar las tropas únicamente para defender las fronteras de su territorio. Al mismo tiempo, las mujeres creaban sus propias unidades armadas, bajo el nombre de Unidades de Autodefensa Femeninas (YPJ), que hoy cuentan con entre 8.000 y 10.000 combatientes.
Estas valientes mujeres están entre los enemigos más letales del Estado Islámico de Iraq y Siria (ISIS). Llevan combatiendo a ISIS desde hace más de un año. Luchan y sangran en el frente de batalla para evitar que el grupo terrorista entre en las partes del norte de Siria que están bajo control de los kurdos y para mantener intacta la ideología de este movimiento que se formó en parte sobre los cimientos de la igualdad de género.
El YPG es ferozmente laico y ha secuestrado a miles de mujeres y las ha ocultado a la vida pública en las zonas que controlan, lo que representa un escalofriante recordatorio de lo que esperaría a las mujeres kurdas si se pierde la guerra contra ISIS.
Todo cambio cuando las YPG empezaron a recibir ayuda de Estados Unidos con envíos de armas y ataques aéreos cuyo objetivo era frustrar el avance de ISIS, grupo que ahora controla grandes extensiones de Siria e Iraq.
Mientras el resto de Siria se destrozaba en una violenta guerra civil, la minoría kurda de Siria pasó tres años construyendo discretamente varios Estados pequeños en el norte del país. Ellos llaman Rojava a estos tres enclaves. Hasta hace poco, algunos observadores externos los consideraban una especie de éxito.
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